Perder grasa del abdomen, zona abdominal o central, se caracteriza por tener una resistencia a la insulina. Los adipocitos (las células donde se acumula la grasa) son diferentes dependiendo de la zona donde se encuentren. Así que, sí, los adipocitos en la zona de las caderas son diferentes a los que por ejemplo encontremos en el abdomen.
La resistencia a la función de la insulina proviene de tener niveles elevados de esta de manera constante en el tiempo. Las dietas altas en carbohidratos refinados, con alimentos de alto índice glucémico, etc, hace que nuestro páncreas no deje de trabajar para mantener elevada la insulina y poder reducir esa cantidad de glucosa en sangre.
Otro elemento característico de este tipo de obesidad es la predominancia de hormonas sexuales masculinas y de hecho, es más predominante en hombres. Pero observaréis que, en las mujeres postmenopáusicas, esa situación se sucede también en ellas.
Las células de la grasa del abdomen liberan con más intensidad sustancias proinflamatorias, si las comparamos con los adipocitos en otras zonas del cuerpo.
Con esta introducción, la estrategia que recomendaría seria mejorar la gestión de la insulina por diversos mecanismos. No siempre es válido para todo el mundo, pero la aplicación con sentido del ayuno intermitente suele ser efectiva. Por supuesto alimentación con índice glucémico bajo, que ayudará a empujar ese frenado del trabajo de nuestro páncreas.
Es muy útil el respetar bien unos tiempos de comidas, es decir, mantener las horas y a ser posible cenar temprano.
No cabe duda que para poder perder grasa del abdomen y sus posibles consecuencias, recomiendo dejar de lado la bollería industrial, alcohol, refrescos, alimentos ultra procesados (caracterizados por azúcares añadidos y sustancias que elevan el apetito). Si observáis, son alimentos muy calóricos, pero con poca densidad nutricional, además de bajísimo nivel de saciedad.
Al hilo de lo que acababa de decir en la última línea anterior, lo que si tendremos es que introducir alimentos ricos en grasas saludables y proteínas de alto valor biológico. El abanico es muy grande: pescados azules de tamaño mediano o pequeño, carnes de origen biológico, huevos, verduras, hortalizas, etc.
No quiero olvidarme de esas mujeres en periodo menopáusico y post menopáusico, las cuales, el hecho de introducir alimentos que favorezcan la producción de estrógenos, tipo: semillas de lino, verduras, soja, etc, las ayudaría en ese reequilibrio hormonal.
El otro pilar crucial que hará que esta estrategia nutricional tenga sentido y efecto, será el ejercicio físico. Sabéis que no hace falta que hable de la fuerza, pero ojo, las actividades de alta intensidad en cortos periodos de tiempo (hiit), serán muy beneficiosas. Son muy variadas y adaptativas y se pueden ajustar a prácticamente cualquier contexto.
A nivel de suplementación, siempre que se tenga la información precisa, se podría usar aquellos complementos que tengan esa función antiinflamatoria. El cromo, es un mineral que mejora la reacción de la insulina en el organismo (tanto a nivel de suplemento, pero también en alimentos como frutos secos, semillas, carnes, brécol, etc). La canela frena la absorción de hidratos de carbono, lo cual sería interesante en estos casos. Mencionar la berberina, el café o el té verde, que también reducirían ese trabajo de glucosa/insulina, muy demandante en la situación que estamos intentando mejorar.