El entrenamiento durante el embarazo

Evidentemente, cuando siempre digo que el movimiento es inherente al ser humano, también hablo de las embarazadas.

Lo ideal es que, antes de plantearte un entrenamiento durante el embarazo, pases por la supervisión de un ginecólogo para determinar que todo está correcto y no sufres, el denominado, “embarazo de riesgo”.

Para referirnos a un entrenamiento planificado durante el embarazo, habrá que tener una serie de consideraciones particulares: el periodo evolutivo del niño y, las características concretas de la madre. En definitiva, debe ser un profesional quien defina la rutina, que sepa qué tipos de ejercicios serán los más recomendables para la embarazada.

Hay muchos estudios que nos muestran el resultado del trabajo de ejercicios físico en embarazadas, pero antes me gustaría mostraros algunos de los beneficios y que eliminan algunos mitos.

  • La zona dorso-lumbar (especialmente la lumbar), sufren durante el embarazado, viéndose reforzado positivamente con el ejercicio físico.
  • El entrenamiento adaptado no afecta a la evolución del feto.
  • Los ejercicios de fuerza adaptados, se vinculan con mejores marcadores a nivel de sensibilidad a la insulina y a la reducción de padecer futuras diabetes gestacional (Brankston, 2004).
  • Una rutina adaptada a cada periodo evolutivo del embarazo, podrá llevarse a cabo durante todos los meses.

Según el estudio, “Safety and Efficacy of Supervised Strength Training Adopted in Pregnancy” (Patrick J O’Connor Melanie S PoudevigneM Elaine CressRobert W MotlJames F Clapp 3rd), el entrenamiento de fuerza deberá ser de una intensidad baja a moderada.

Un gran porcentaje de embarazadas que han seguido un plan de entrenamiento, tienen un parto más corto y menos doloroso, según el estudio, “Regular Exercise Throughout Pregnancy Is Associated With a Shorter First Stage of Labor” (Maria PeralesIrene CalabriaCarmina LopezEvelia FrancoJavier CoteronRuben Barakat).

Con todo ello, por mi experiencia y formación, sería llevar a cabo un trabajo de fuerza planificado, y que se deberá ir revisando en periodos de 3-4 semanas.

Las alternativas que nos pueden ayudar serían (siempre con un trabajo de adaptación progresiva):

  • Trabajo de Pilates.
  • Entrenamiento para suelo pélvico, con ejercicios de Kegel (reduciendo el riesgo de sufrir prolapsos o descolgamientos).
  • Ejercicios de Yoga.
  • En ciertas ocasiones, gimnasia hipopresiva.
  • Trabajo de fuerza adaptado, pudiendo usar gomas, cintas, mancuernas de poco peso, trx y evidentemente el propio peso corporal.
  • Trabajo cardiovascular de moderada y baja intensidad.

Como podéis observar, el ejercicio físico solo nos aportará beneficios. De todos modos, si queréis saber conocer más en profundidad el tema, tengo más artículos sobre la materia, en sus diferentes etapas.

¡Gracias, familia!

Escríbenos!